Paris 2024, las olimpiadas mas urbanas de la historia

Por:  María Guadalupe Peñuñuri Soto

“ La  calle, las plazas, el barrio son los primeros lugares de socialización, no es solo un espacio de circulación, es un lugar de vida ”

Jane Jacobs

Soy una convencida de que la ciudad puede ser el mejor escenario para la vida, Paris 2024 nos ha demostrado que también puede ser el mejor y más vibrante escenario para la realización de unos juegos olímpicos.

Tradicionalmente las Olimpiadas han constituido una oportunidad única para proyectar globalmente la imagen de la ciudad sede y un catalizador para su transformación. Uno de los casos más emblemáticos ha sido Barcelona 1992, que bajo la premisa de su anfitrionía, emprendió un proceso de renovación y regeneración urbana sin precedentes con el slogan “Barcelona ponte guapa”, que iba mucho más allá de un sugerente “botox urbano”, entre otras acciones, se trataba de restaurar 27,000 edificios e hitos urbanos, y la reutilización adaptativa de su tejido histórico.

Su legado ha perdurado hasta la actualidad, incluyendo la expulsión de automóviles del centro de la ciudad hacia vialidades periféricas, y la creación de un puerto olímpico que reconectó la ciudad con el mar, al que le había dado la espalda. Si bien hoy Barcelona es víctima de su éxito con la llegada de miles de turistas que irrumpen (no siempre de la manera más positiva) en la dinámica urbana y la vida cotidiana de sus habitantes, muchas ciudades han tratado de replicar su experiencia.

Otro caso emblemático más reciente (mucho menos exitoso) ha sido Río 2016, donde bajo la excusa de los juegos olímpicos se “pacificaron” favelas, expulsando a sus habitantes para la construcción de infraestructuras, aunque sin justificación de beneficio social.

París 2024 prometió desde su inicio ser los juegos olímpicos más urbanos y espectaculares jamás vistos, su inauguración, para algunos polémica, pero para todos deslumbrante, fue un evento que mostró los espacios más icónicos de esta ciudad, contrario a la tradición en la que esta ceremonia es contenida dentro de un estadio.

En una apuesta audaz, muchas de las disciplinas tuvieron como escenarios espacios urbanos vibrantes, como la Plaza de la Concordia, la Torre Eiffel y el Río Sena, este último objeto de un profundo proceso de saneamiento, no solo para ser sede de las competencias, sino como parte de una agenda de planeación urbana pre-existente, que pretende devolver a este hito de la ciudad su propiedad de espacio público para el disfrute y encuentro ciudadano.  Incluso la alcaldesa de Paris, Anne Hidalgo, nadó en sus aguas unas semanas antes del inicio de las olimpiadas para probar su sanidad y el compromiso de la ciudad con la sostenibilidad y la revitalización de sus activos naturales, en contraste con las olimpiadas de Paris 1924, cuando estaba totalmente prohibido nadar en el Sena por su alta contaminación. Para 2025 se contempla la apertura de playas públicas a lo largo de este río que serpentea la ciudad.

La innovadora decisión de aprovechar la infraestructura existente y los emblemáticos espacios públicos de la ciudad, contraria a la tendencia histórica de construir grandes estadios y complejos deportivos alejados del centro urbano (posteriormente convertidos en elefantes blancos), no solo disminuye costos e impactos ambientales, sino que constituye una revalorización del patrimonio natural, cultural y arquitectónico de la ciudad, además de permitir la accesibilidad y proximidad a sus habitantes.

Ante el triple desafío ecológico, económico y social al que nos enfrentamos, desde hace varios años, París se ha convertido en un complejo y espectacular laboratorio a cielo abierto, donde bajo el liderazgo y audacia de la alcaldesa Anne Hidalgo (reelecta), y la conceptualización de Carlos Moreno, arquitecto colombiano exiliado en Francia, se replantea la ciudad a partir del uso, la proximidad y la supresión de los desplazamientos, a esta conceptualización se le ha denominado “La ciudad de los quince minutos”.

En su libro “La revolución de la proximidad”, de la “ciudad mundo” a la “ciudad de los quince minutos”, Carlos Moreno plantea la posibilidad de recuperar el carácter compacto, policéntrico y diverso de las ciudades, acercar los servicios a la gente, revalorizar lo local, recuperar los vínculos de vecindad y desvincularse de la dependencia del uso del automóvil. Supone otro modo de vivir, de consumir, de trabajar, de estar en la ciudad, repensar el modo de desplazarse, de disfrutar la ciudad. Sostiene que la proximidad nos ofrecerá la oportunidad de retomar el control del tiempo en nuestra vida.

Se trata de reducir las distancias para acceder a las seis funciones sociales urbanas esenciales: vivienda, trabajo, compras , educación, salud y ocio. “Habitar, creando alojamientos allí donde la demanda es mayor a precios asequibles. Trabajar, favoreciendo la mezcla de actividades en cada barrio y reequilibrando el empleo. Comprar, garantizando el tejido comercial, favoreciendo el comercio local. Estar en forma, mediante actividades deportivas y asistencia sanitaria. Aprender, de acuerdo con una oferta escolar que garantice la mezcla y un abanico de formación para todas las edades. Divertirse, a través de actividades de ocio y culturales, aumentando además los espacios públicos de encuentro y fusión, así como los espacios verdes”

Plantea para ello la visión de una ciudad compacta en su materialidad, policéntrica en su morfología y diversa en su funcionalidad y composición.

Replantear nuestras ciudades bajo esta premisa permitiría crear espacios para la vida, recuperando el tiempo útil y creativo de las personas, y está al alcance de todas las ciudades que tengan el valor y la audacia de plantearse esta hoja de ruta.

La autora es Arquitecta por el Tecnológico de Monterrey, especialista en Planeación Estratégica Urbana, Directora Ejecutiva de RPS Sociedad Creativa.

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