Bicicleta vs. automóvil: ¿Quién gana en la carrera por un planeta más limpio en Hermosillo?

Por: Maribel Pallanez Murrieta
Hermosillo, capital del estado de Sonora, se ha consolidado como la ciudad más poblada de la entidad con 936,263 habitantes, muy por encima de otras urbes como Cajeme (436,484), Nogales (264,782) y San Luis Río Colorado (199,021). A nivel nacional, ha escalado del lugar 21 en 2010 al 18 en 2020, reflejando un crecimiento demográfico constante.
Sin embargo, este crecimiento poblacional ha venido acompañado de un modelo urbano horizontal y disperso. La expansión territorial se ha caracterizado por desarrollos habitacionales impulsados por constructoras que responden a la demanda del mercado, sin necesariamente considerar criterios de planificación sustentable. Este tipo de urbanización, principalmente horizontal, ha generado una fuerte dependencia del automóvil como principal medio de transporte.
De acuerdo con la Agenda de Movilidad de Largo Plazo 2022-2033, entre 2017 y 2019 el parque vehicular en Hermosillo creció un 37.07 %, siendo los automóviles particulares los que registraron un mayor aumento (26.16 % más) en comparación con 2017. En contraste, el número de camiones de transporte público disminuyó drásticamente, pasando de 89 a solo 38 unidades en ese mismo periodo. A esta cifra se suman los vehículos de procedencia ilegal que circulan en la ciudad, lo que incrementa aún más la saturación vial.
Además, la cultura de compartir el automóvil con otros no es muy popular en Hermosillo; pues se estima que cada vehículo particular transporta en promedio a 1.5 personas, casi el doble del promedio nacional, lo que evidencia su marcada subutilización.
Pero más allá de los datos, ¿qué consecuencias tiene esta creciente dependencia del automóvil en nuestra vida diaria y en el entorno?
Impactos del uso de automóviles:
- Contaminación del aire.
Según la Organización Mundial de la Salud (2021), la contaminación del aire urbano es responsable de millones de muertes prematuras cada año. Los autos emiten gases nocivos como dióxido de carbono (CO₂), óxidos de nitrógeno (NOx) y partículas finas, que afectan directamente la salud respiratoria y cardiovascular. En ciudades con alta densidad vehicular, la calidad del aire se ve significativamente comprometida.
- Consumo de recursos naturales.
La producción y consumo de combustibles fósiles, así como la energía destinada a la fabricación y mantenimiento de vehículos, tiene un impacto ambiental profundo. De acuerdo con la Secretaría de Energía (2021), el transporte en automóvil es uno de los sectores que más energía consume en México, y su dependencia del petróleo contribuye al agotamiento de recursos no renovables y a la emisión de gases de efecto invernadero.
- Congestionamiento vial y salud emocional.
El Informe de Tráfico Global de INRIX (2022) señala que las grandes ciudades enfrentan pérdidas de tiempo importantes debido al tráfico. Este fenómeno no solo genera estrés y ansiedad entre los conductores, sino que también eleva el consumo de combustible y las emisiones contaminantes. Además, la congestión limita la eficiencia del transporte público, perpetuando un círculo vicioso que favorece aún más al automóvil privado.
- Impacto en la salud pública.
La contaminación vehicular se vincula con enfermedades como asma, bronquitis crónica, cáncer pulmonar y afecciones cardiovasculares. Un estudio de Brauer et al. (2016) revela que las zonas con mayor volumen de tráfico presentan tasas más altas de enfermedades respiratorias. A esto se suma el estilo de vida sedentario que promueve el uso excesivo del automóvil, incrementando los riesgos de obesidad, diabetes y otros padecimientos crónicos.
- Pérdida de áreas verdes.
La expansión de infraestructura vial ha contribuido a la reducción de espacios verdes en Hermosillo. Estos pulmones urbanos son fundamentales para mitigar el calor, absorber contaminantes y mejorar la calidad del aire. El Gobierno del Estado de Sonora (2022) advierte que el crecimiento urbano ha disminuido significativamente estas áreas, agravando el fenómeno de las islas de calor y afectando el bienestar general de la población.
Frente a este panorama, diversas organizaciones ciudadanas en Hermosillo han apostado por una alternativa sustentable: la bicicleta. Colectivos ciclistas han logrado avances importantes en materia de infraestructura y políticas públicas que favorecen la movilidad no motorizada. Aunque el camino es largo, estos esfuerzos abren la puerta a una transformación urbana más humana y saludable.
Y más allá de sus beneficios ambientales, el uso de la bicicleta también aporta ventajas personales que muchas veces pasamos por alto:
- Mejora la concentración y el estado de ánimo
- Fortalece la musculatura y el sistema cardiovascular
- Reduce el riesgo de enfermedades crónicas
- Disminuye la ansiedad y favorece el descanso
- Estimula el sistema inmunológico
- Favorece la socialización y los vínculos comunitarios
- Combate la obesidad y el sedentarismo
El cambio de paradigma en la movilidad urbana no solo requiere infraestructura adecuada, sino también voluntad ciudadana y compromiso institucional. Apostar por la bicicleta es, en muchos sentidos, apostar por el futuro.
En la carrera por un planeta más limpio, Hermosillo tiene ante sí una elección clave: seguir apostando por un modelo que contamina y aísla, o subirse a la bicicleta y pedalear hacia una ciudad más justa, saludable y sostenible.
La autora es profesora investigadora dela carrera de Lic. En Ecología de la Universidad Estatal de Sonora e integrante de la Red HCV.
Las opiniones expresadas en los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores y no reflejan necesariamente el punto de vista de Hermosillo ¿Cómo Vamos?. Valoramos la diversidad de perspectivas y fomentamos el diálogo abierto en nuestra plataforma para enriquecer el debate público.