Hermosillo, tan cerca del modelo urbano anglosajón y tan lejos del modelo mediterráneo…

Por: Arq. Guadalupe Peñúñuri

“La densidad es la virtud de la ciudad, la distancia su vicio”

Richard Sennett

El año 1933 marca un hito para las ciudades del mundo, arquitectos y urbanistas a nivel global suscribieron en Atenas la Carta CIAM de Planeación Urbana, conocida como la “Carta de Atenas”, su enfoque funcionalista suponía el separar y poner distancia entre las diferentes funciones de la ciudad, su influencia perfiló e impactó el futuro de la arquitectura y las ciudades en el mundo, encontró eco especialmente en Estados Unidos (como anillo al dedo a la naciente industria automovilística) y por añadidura en Latinoamérica, se creó así el modelo urbano de ciudades para el automóvil.

En 1998, nuevamente en Atenas, planificadores urbanos volvieron a reunirse, y a partir de las experiencias de los últimos 65 años de aplicación de la Carta de Atenas original (y su estrepitoso fracaso), se elaboró una “Nueva Carta de Atenas”, pero su premisa era ahora evidenciar la urgente necesidad de una sana mezcla y proximidad de las diferentes funciones de la ciudad: residencia, trabajo, educación, servicios y recreación, entre otros, un cambio absoluto de paradigma que buscaba crear ahora ciudades para las personas.

Este “nuevo” modelo urbano, compacto en su morfología, complejo en su organización (mixto en usos y biodiverso), metabólicamente más eficiente y socialmente cohesionado, constituye un modelo que nos recuerda al de las antiguas ciudades mediterráneas y nuestros pueblos tradicionales, pero no se trata de una vuelta a un pasado nostálgico, sino una nueva visión de la ciudad como un “Ecosistema Urbano”.

El modelo anglosajón de ciudad dispersa y expansiva, separada funcionalmente y segregada socialmente, apenas hilvanada por una red congestionada de vialidades para el transporte privado, multiplica el consumo de valiosos recursos, tiempo y territorio, desequilibrando además con ello los sistemas metabólicos naturales más allá de su capacidad de recuperación.

En las últimas cuatro décadas, nuestra ciudad ha ocupado más suelo que en los 284 años anteriores, una expansión de territorio urbano en detrimento de nuestros activos naturales y biodiversidad, baja en densidad y con usos mayoritariamente mono-funcionales, empobreciendo con ello la complejidad de las interacciones, una de las principales funciones de la ciudad, por lo que este modelo no solo es insostenible ambientalmente, sino también social y económicamente.

La competitividad de las ciudades es directamente proporcional a su complejidad, para lograr esta condición se requiere proximidad, y al no tenerla se suple con una movilidad basada principalmente en el uso del automóvil, la manera más ineficiente de movernos por su alto consumo de espacio, energía, recursos y su desmedida carga medioambiental, adicional a ello, los desplazamientos de largas distancias conllevan altas velocidades, principal causa de los siniestros de tránsito que hoy nos posicionan en el segundo lugar a nivel nacional en pérdidas de valiosas vidas humanas. La movilidad finalmente es la factura que pagamos por una deficiente proximidad, compacidad y diversidad en los usos del suelo.

Nuestro centro urbano, originalmente un barrio vibrante en diversidad de usos y residentes, hoy prácticamente carece de usos habitacionales, los barrios, como se concebían tradicionalmente, con todas sus interacciones y complejidad, han sido sustituidos por cotos residenciales homogéneos, creando rompecabezas territoriales, y transformando su función de lugar social, por el de lugar de exclusión (de otros usos, de gente con otros ingresos, etc.), se va perdiendo la riqueza que producen los contactos en la diversidad, y en una falsa percepción de seguridad, se crean las zonas más inseguras de la ciudad, aquellas que por su mono-funcionalidad quedan sin vida en diferentes momentos del día.

El antídoto a este desafío urbano es la ciudad compacta y densa, con usos multi-funcionales y diversos, tejido social cohesionado y con una alta complejidad económica competitiva, solo así lograremos una ciudad próspera en las dimensiones económica, social y ambiental, sin comprometer la calidad de vida urbana y la recuperación de los sistemas naturales.

El diseño, gestión y mantenimiento de la ciudad debe orientarse a impulsar este modelo de ciudad, con una identidad cultural propia, al mismo tiempo que se preserva el patrimonio con significado histórico y cultural. El reciclaje es una práctica cada vez más aceptada globalmente en los bienes de consumo, a nivel urbano se traduce en la regeneración urbana, con su consecuente recuperación de la ciudad existente y su re-orientación hacia un nuevo modelo ecosistémico de metrópoli. Un esfuerzo que no debe focalizarse solo en las zonas centrales, sino también en “tejer” las periferias dispersas, poniendo un límite al crecimiento expansivo mediante cinturones verdes y renaturalizando la ciudad construida para devolverle su biodiversidad.

La reorientación del actual modelo de ciudad no será dada por generación espontánea, sino por una planeación urbana participativa y estratégica y su aplicación inmediata por los sectores públicos y privados. Una estrategia urbana innovadora, que crea comunidades con planeación y diseño en torno a la movilidad sustentable, construye barrios compactos de alta densidad que permiten gozar de diversidad de usos, servicios y espacios públicos seguros y activos, que favorecen la interacción social, la vida comunitaria y las oportunidades para todas y todos, son los “Desarrollos Orientados al Transporte”, conocidos por sus siglas como DOT.

La buena noticia es que esta estrategia, que por primera vez aparece en el Programa de Desarrollo Urbano del Centro de Población de Hermosillo 2014 (PDUCPH 2014), ya se aplica de manera normativa en el recientemente aprobado Programa Municipal de Desarrollo Urbano de Hermosillo 2023 (PMDUH 2023), mediante la inclusión de “Corredores DOT”, como una nueva modalidad de zonificación lineal que impulsa este tipo de desarrollos sustentables.

De acuerdo con el PMDUH 2023, con los Corredores Urbanos Tipo DOT (CDOT) “Se busca promover la caminabilidad, la mixtura y la densidad en torno a las líneas de transporte masivo para generar una movilidad y un desarrollo más sostenible.

Se ubican en las vialidades proyectadas como líneas troncales del sistema integrado de transporte público (BRT¨s), en donde se busca intensificar el uso de suelo y la densidad con usos mixtos comerciales y de servicios, así como vivienda en formato vertical y multifamiliar. Se conforma por lotes con frente mínimo de 20 metros y un lote mínimo de 800 metros cuadrados.

Se permiten de acuerdo con el estudio de capacidad para potencial de desarrollo 12 pisos (48 metros) de altura, y CUS MAX de hasta 20 niveles (80 metros). Las edificaciones mayores a 4 niveles, que se ubiquen en estos corredores, que cuenten con el 40% o más de la superficie construida para uso habitacional, tendrán el beneficio de una reducción del 50% de los cajones de estacionamiento solicitados por el reglamento de construcción y quedará exento del pago por ICUS”.

Las vialidades reclasificadas bajo esta modalidad de corredor son los bulevares: Solidaridad, Agustín Vildósola, Rosales, Pino Suárez, Luis Encinas, Morelos, Periférico Norte, Lázaro Cárdenas y López Portillo, en los segmentos que se indican en el Plano 06_PMDU_EP-04a del PMDUH 2023, Corredores Urbanos (Hermosillo).

Además de la estrategia de Corredores Urbanos DOT, se introduce también el Uso de Suelo Habitacional Mixto (HMX), que se aplica a las zonas que habiendo sido habitacionales se encuentran en proceso de transición a la diversificación de usos, y que deben sujetarse a la estrategia de densificación y redesarrollo, procurando la inclusión de edificios de departamentos, vivienda plurifamiliar, vivienda productiva y esquema de planta baja activa para reactivar socialmente estas zonas.

El sector inmobiliario de nuestra ciudad, reconocido a nivel nacional por su profesionalismo, deberá aprovechar estas innovaciones en planeación y normatividad urbana, y junto al impulso que deberán ofrecer los tres niveles de gobierno, materializar y consolidar la visión de un Hermosillo más sustentable, compacto, diverso y socialmente cohesionado, una ciudad a escala humana.

La autora es Arquitecta por el Tecnológico de Monterrey, especialista en Planeación Estratégica Urbana, Directora Ejecutiva de RPS Sociedad Creativa.

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