Hermosillo, una ciudad sin secuestros

En los últimos meses, algunos espacios de comunicación han documentado diversos casos de secuestro en Hermosillo. También en redes sociales circulan testimonios, en su mayoría de perfiles de mujeres jóvenes, que exponen haber sufrido intentos de privación de la libertad en diferentes sectores de la ciudad.

En este escenario, autoridades municipales y estatales han desestimado una posible escalada de este delito y solicitan a la población denunciar de manera formal aquellos hechos asociados a este crimen. Entre estas dos visiones divergentes, ¿cómo entender la situación de esta problemática a nivel municipal?

En primera instancia, existen deficiencias asociadas a la información sobre este delito. De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública en los últimos dos años no existe registro de secuestros en Hermosillo. Dicho de otra manera, en 2017 y 2018 no se generaron carpetas de investigación. Es hasta enero de 2019 que se contabiliza un delito de este tipo.

Por otro lado, el mapa interactivo de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado de Sonora, el cual permite visualizar el lugar y fecha de diversos tipos de incidentes reportados por ciudadanos al 911, no presenta estadísticas relacionadas con secuestros o actos de privación ilegal de la libertad en Hermosillo.

Al problema de la información hay que agregar que la mayoría de los delitos no son denunciados por parte de las víctimas. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe) del Inegi, en 2018 el 91.6% de los delitos en Hermosillo no fueron denunciados o fueron denunciados sin ser sujetos a una averiguación previa. Esta es la denominada “cifra negra”

De acuerdo con el Consejo para la Ley y los Derechos Humanos A.C., mientras que las autoridades en México destacan la reducción de este delito (secuestros), su combate es deficiente y las víctimas prefieren evitar la denuncia, ya que al recuperar su libertad, la de la persona secuestrada o ver un daño patrimonial menor, prefieren no denunciar ante el temor de las amenazas de los agresores.

En ese mismo tenor, el Observatorio Nacional Ciudadano considera que el secuestro puede presentar una cifra negra mayor a la de otros delitos ya que las víctimas o afectados no denuncian por causas atribuibles a la autoridad como son la desconfianza, la impunidad, el miedo a la extorsión o la pérdida de tiempo.

Mientras ciudadanía y gobierno nos enfrascamos en una confrontación sobre el grado de incidencia de este delito en nuestra ciudad, a nivel nacional ocurren 178 secuestros al día y en algunas ciudades se ha documentado su relación con la violencia de género. Se trata de un fenómeno delictivo de alto impacto que exige un abordaje colaborativo entre autoridades y ciudadanos.

Una experiencia reciente se presentó en la Ciudad de México. Después de un incremento importante en las denuncias de intentos de secuestros de mujeres en diversos puntos del metro y la consecuente presión de organizaciones y activistas, las autoridades emprendieron una estrategia para prevenir la ocurrencia e incidencia de este delito.

Entre las acciones destacan el incremento de la vigilancia y la iluminación en puntos en donde se reportaron los intentos de secuestros; el establecimiento de ministerios públicos móviles para facilitar el proceso de denuncia; la publicación de una base de datos que se actualiza mensualmente que permite identificar el lugar (mapa) del delito, la fecha, el horario y el sexo de la víctima; y finalmente, una coordinación permanente entre autoridades con organizaciones de la sociedad civil y grupos de activistas para evaluar y mejorar permanentemente dicha estrategia.

Afortunadamente, en Sonora y en el caso particular de Hermosillo, el delito de secuestro parece no haber adquirido los niveles de impacto que se experimentan en otros lugares del país. No obstante, precisamente porque esta conducta antisocial no ha rebasado a las autoridades, vale la pena hacer una revisión de su situación actual y promover acciones preventivas.

Un primer paso es habilitar espacios en donde autoridades, organizaciones de la sociedad civil, especialistas, activistas, asociaciones de vecinos, estudiantes y otros actores sociales, discutamos el tema con información y evidencia, para promover la implementación de estrategias colaborativas para disminuir la probabilidad de ocurrencia de esta gran (pero poco reconocida) amenaza.