Mujeres y justicia. Un proceso que impacta la salud mental.

Por: Briyitte Alejandra Espinoza Real

Si bien el acceso a la justicia se ha vuelto cada vez algo más real hoy en día nos encontramos con un sinfín de casos de mujeres víctimas de diferentes tipos de violencia que se encuentran truncados y pueden permanecer así meses y años. Como el título de esta columna lo indica mi intención no es indagar en la razón por la que estos casos no están siendo atendidos con rapidez sino en cómo impacta y vulnera esto a las mujeres en temas de salud mental, autonomía y economía.

Hoy en día son más y más las mujeres que alzan la voz ante situaciones de violencia, gracias a la sensibilización y a las medidas de prevención que se trabajan en el tema nos hemos empoderado para identificar en tiempo situaciones de riesgo, sin embargo no es un secreto que la violencia se mantiene en aumento y pareciera que las brechas de desigualdad no ceden.

La realidad es que el acceso a la justicia para muchas de las mujeres que viven situaciones de violencia es un proceso que más allá de ser tardado y en muchas ocasiones costoso, viene a impactar de manera significativa en la salud de la víctima, posicionándola además en un nivel de mayor vulnerabilidad.

Cada vez son más las mujeres que solicitan o requieren algún servicio de atención en salud mental para atender padecimientos que se desencadenan de situaciones de violencia y del proceso de justicia que se encuentren atravesando, sea desde cambios emocionales hasta trastornos que requieren además de atención terapéutica apoyo psiquiátrico; es importante reconocer que si bien existen muchos servicios de atención gratuitos, existen varios factores que afectan la permanencia en el proceso de atención, además de que muchos de estos servicios se encuentran sobresaturados y la atención se brinda de manera extendida lo que en muchas ocasiones hace que la víctima desista y se pierda el seguimiento. 

El tipo de afectaciones que mayormente presentan las víctimas de violencia van más allá de solo ligeros cambios emocionales que requieran una atención primaria, lo que normalmente encontramos al brindar atención son trastornos arraigados que requieren más de una atención emergente, muchos de los casos traen arrastrando consigo síntomas de ansiedad y depresión severa, intentos de suicidio, consumo de sustancias y en algunos de los casos afectaciones de mayor gravedad y ¿por qué es importante que hablemos del tema? En su mayoría las mujeres víctimas de alguna situación de violencia comparten factores de riesgo que entorpecen su acceso a servicios de atención integral, tales como vivir en una zona rural, en condiciones de pobreza, bajo nivel educativo, entre otros, y ¿cómo se relaciona esto con el proceso de justicia? Como menciono anteriormente muchos de estos padecimientos se desencadenan de la vivencia de violencia pero también pueden detonarse y se potencializan durante el proceso de justicia debido a la carga emocional y económica que representa, así como a la revictimización, la falta de soluciones, el mantenimiento de los factores de riesgo y el tiempo que conlleva dar seguimiento al mismo, esto a su vez impacta en el rendimiento y funcionalidad diaria de la víctima, sobre todo si esta tiene a su cargo el cuidado de hijas/os u otras personas, además de un trabajo de tiempo completo.

Lo anterior resulta un tema de importancia puesto que muchas de estas mujeres requieren una atención constante e integral que en la mayoría de los casos pueden recibir de manera gratuita, sin embargo existe una desigualdad en cuanto a los espacios y el acceso a estos servicios de salud, tanto en el espacio público como en el privado, sobre todo si hablamos de mujeres que como menciono antes comparten factores de riesgo y para las que prácticamente se vuelve imposible acceder a ellos, considerando además las limitantes que puedan tener para acceder a otro tipo de servicios incluyendo los relacionadas a la justicia.

Si bien es cierto, como menciono al inicio de esta columna que el acceso a la justicia cada vez es mayor siguen existiendo trabas en los procesos que impactan de manera negativa en las víctimas y sus entornos más cercanos; y más allá de hacer un señalamiento al sistema de justicia mi intención es señalar el aumento de la vulnerabilidad de las víctimas, que si bien no ocurre en todos los casos si se presenta de manera recurrente; esto representa un reto para quienes nos encontramos en espacios de atención y que brindamos apoyo directo e indirecto a víctimas de violencia, vale la pena que nos replanteemos como podemos facilitar estos procesos y reevaluar como estamos llevando a cabo las tareas que nos corresponden.

Considero importante sensibilizar, no solo a quienes brindan algún servicio de atención sino a la comunidad en general sobre los retos que esto representa y el impacto que tiene a nivel personal, social y económico que tantas mujeres activas en nuestros entornos se vean afectadas no solo por la violencia sino por las desigualdades que aún existen.

La autora es Lcda. En Psicología por la Universidad de Sonora. Psicóloga, colaboradora de organizaciones de la sociedad civil y facilitadora de talleres. Integrante de la Red HCV.Contacto redes: @psic.briyittespinoza | correo: psic.briyittespinoza@gmail.com

 

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