En el umbral de las campañas electorales

Por: Víctor S. Peña

Los medios de comunicación (los tradicionales y los de nueva generación a los que llegamos vía las redes sociales virtuales), comienzan ya a inundarse de propaganda, promoción y dichos de candidatas y candidatos a un importante número de posiciones vacantes para este 2024.

Lo federal ya arrancó, la Presidencia de la República y una parte importante de las curules del Senado y la Cámara de Diputados están en competencia. De finales de marzo y hasta el 4 de abril será el registro de las candidaturas de diputaciones locales y Ayuntamientos acá en Sonora. Y, de ahí, hasta el 2 de junio, derecho y sin descanso.

Estamos, pues, en el umbral del retumbe de la promesa partidista, que pareciera entra a nuestras vidas a la fuerza y porque no hay de otra. Casi siempre las mismas caras, siempre las mismas promesas, dirán algunos. Y razón no les falta, pues así es el juego electoral. No es la primera vez que se vive; y no será la última.

Justamente por ello, sirvan estas líneas para hacer la invitación a no caer en el fastidio, a no apagar la televisión o la radio. Una invitación para armarnos de valor, de paciencia y de elementos para entender el mensaje y contrastarlo.

Porque prometer no empobrece; porque para engañar, hacen falta dos.

Hay que tener los ojos abiertos, conocer las propuestas y los compromisos. Hay que hacer un esfuerzo por entender si aquello dicho por las candidatas y candidatos es una ocurrencia o el resultado del conocimiento del problema y las alternativas para atajarlo. Y, por si fuera poco, preguntarnos también si quien habla desde la candidatura tendrá el tamaño para honrar su palabra una vez que llegue al puesto y despache.

Eso de presencial las campañas no es, como puede verse, algo sencillo. Demanda, de la ciudadanía, grandes cualidades y compromisos. Obliga, si es que no queremos perecer en la corriente del maremoto propagandístico, tomar aire y llevarla con tranquilidad.

La ocasión es propicia para tener en mente que de la polarización nada bueno puede salir. Lo electoral es emocional y, al tomar bandos, más de uno puede creer que es una competencia hasta las últimas consecuencias, donde el otro es enemigo.

Nada de eso suma. Si cada quién es libre de apoyar una postura y manifestar su preferencia, habrá de cuidarse de que los ánimos no se les desborden y que de su boca no salgan palabras que lastimen y de las que, seguramente, se arrepentirá pasada la jornada. El debate y los argumentos son necesarios, pero nada de tiene que significar enemistad.

Es, también, buen momento para recordar que la ciudadanía no se construye en un día y que la ciudadanía no se vive solo el día de la votación.

El ejercicio democrático es algo de todos los días y desde trincheras diferentes. A la comunidad se le aporta con el trabajo diario y sumándonos a iniciativas en las que confiamos y creemos. Y, en esto, no hay un frente mejor que el otro o una posición más importante que la otra. Ocuparse del medio ambiente, el uso de la bicicleta, el cuidado de perros y gatos o ver por el desarrollo económico, es igualmente significativo y necesario.

Acudir a las juntas vecinales y opinar o sumarse a un grupo y hacer algo es tan importante como depositar el voto en una urna. Son diferentes caras de una moneda que intercambiamos por esa necesidad sentida de estar en el mejor lugar para vivir.

Ahora que estamos en el umbral de lo electoral, sirvan de algo estas palabras.

El autor es Integrante de la Red HCV, Doctor en Política Pública. Profesor en El Colegio de Sonora. Director en Sonora de la Asociación Mexicana de Ciencias Políticas (AMECIP).

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