SALUD MENTAL: UNA EPIDEMIA SILENCIOSA
Briyitte Alejandra Espinoza Real
Hablar de salud mental ha sido siempre un tema lleno de mitos y prejuicios sobre todo cuando se trata de buscar y generar espacios de diálogo y apoyo para personas en condición de vulnerabilidad.
En la actualidad a raíz de la contingencia sanitaria por COVID-19 hemos tenido que atravesar diversas situaciones y momentos que nos genera cierto riesgo emocional y nos posicionan como población vulnerable a diversos padecimientos de tipo físico/biológico pero ¿Qué pasa con nuestra salud mental?
De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 450 millones de personas sufren algún trastorno mental, entendiendo estos como aquellas condiciones donde existe alguna alteración del estado de ánimo, pensamiento, percepción o conducta; se estima además, según datos de la Secretaría de Salud que alrededor de 15 millones de mexicanos/as padecen un trastorno mental como depresión y ansiedad.
Nos encontramos ante una situación que genera incertidumbre y frustración debido al cambio repentino en nuestras actividades, horarios y estilos de vida, sumando a esto las nuevas formas de socialización e interacción virtual lo que nos ha obligado a atravesar un proceso de adaptación, sin embargo en este proceso muchas y muchos de nosotros hemos identificado sentimientos de angustia, sensación de estrés e insomnio, entre otras cosas y nos hemos topado con una gran barrera al descubrir que no contamos con las herramientas suficientes para manejarlos de forma independiente.
Es importante que podamos identificar aquellas señales de alerta, sobre todo en personas que están atravesando una sobrecarga en sus actividades educativas, laborales y domésticas para brindar una atención adecuada en caso de ser posible o acompañamiento a la persona en crisis.
Entre las señales que podemos identificar para hablar de una alteración del estado de ánimo se encuentran:
– Cambios repentinos de humor, sobre todo irritabilidad constante, enojo e ira.
– Dificultad para dormir o largas jornadas de sueño.
– Aislamiento.
– Sensación de miedo y/o angustia.
– Dificultad para concentrarse y/o terminar actividades.
– Pérdida de interés en actividades, situaciones o personas.
– Llanto constante.
– Intranquilidad.
– Cambios en la alimentación.
– Consumo de sustancias adictivas como alcohol, tabaco, cafeína y fármacos.
Es importante que podamos definir y aceptar la situación que estamos viviendo e identificar algunas de estas señales, entre otras, nos ayudará a tener una mayor claridad sobre lo que estamos sintiendo y experimentando. Entender que todas las personas nos encontramos en constante cambio, sobre todo emocionalmente hablando nos permitirá hacer frente a situaciones conflictivas de una manera más eficaz y empática.
Debemos apostar por la creación de espacios de expresión y contención, así como diversos servicios de atención en los diferentes entornos incluyendo el hogar, la escuela, el trabajo y otros espacios de socialización con el fin de promover una cultura de salud mental integral ya que los padecimientos de salud mental constituyen una epidemia silenciosa que afecta a todo tipo de personas.
Hablar de emociones y sentimientos diversos desde las infancias asegura el sano reconocimiento del estado emocional más allá de una dualidad de positividad y negatividad permitiendo una mayor comprensión de la situación que se está experimentando así como una gestión eficaz de las mismas al identificar las habilidades y/o estrategias con las que contamos para hacer frente a situaciones conflictivas.
¿Qué hacer si detecto señales de riesgo en mi o alguna persona cercana?
– Identificar las emociones y expresarlas.
– Si está dentro de las posibilidades, buscar ayuda profesional.
– Mantener contacto con personas cercanas (red de apoyo) y solicitarles ayuda.
– Activarse: Ejercitarse o realizar actividades que normalmente generan satisfacción.
– Alimentarse sanamente y cuidar las horas de sueño.
– Crear nuevos hábitos.
En conclusión, es de gran importancia incluir en nuestro plan de salud la asistencia periódica a servicios de salud mental y que esta sea considerada un servicio de atención primaria ya que es fundamental para nuestro bienestar, sobre todo durante y después del confinamiento.
Lic. En Psicología por la Universidad de Sonora.
Psicóloga en Grupo Lorem, colaboradora de Asociación Sonorense para la Salud Reproductiva A.C., integrante de REDefine Sonora y facilitadora de talleres.